domingo, enero 03, 2010

Dos sueños

Me desperté con arena en los ojos y gusto a muerto en la boca, al lado de tus brazos y sonando tu piel desnuda de fondo. Las bombas y los vampiros del sueño se escurrían entre las sábanas y me pregunté qué hacías acá conmigo, de dónde saliste y qué hora es. Yo intentaba manejar algo que parecía una bici pero tenía pedales de coche y vos girabas dormido para abrazarme incosciente mientras intentaba entender la lógica del freno y el embrague hacia el barranco cada vez más cerca. Éramos todos, muchos, de viaje: un pequeño precipicio arcilloso nos separaba de la rambla que conducía a Mar del Plata o a tu misterio. Mis compañeras se arrojaban como si se tratara de una suave pendiente, y así de sanas llegaban hasta la rambla, manejando siempre sus bicicletas con tres pedales. Y yo, que no sabía que estaba soñando, me negaba a empujarnos desde la loma.

Me desperté desnuda en soledad, recordando una bomba y un futuro de vampiros caníbales. Nadie sobrevivía sin mutación y sin astucia - apagué el aire acondicionado y abracé mi almohadón azul. Dos, tres, cuatro compañeros de viaje, una chaqueta de vinilo roja y el nuevo panorama mundial de colmillos y post-apocalipto donde ya no quedan humanos para alimentarse. Una vida diferente, ajena, poderosamente curiosa. Rodaba entre las sábanas escapando y persiguiendo, preguntándome dónde estabas y olvidándote a cada segundo. Acaso eras otro en este futuro, acaso otro estaba en tu lugar.